Génesis y Poema:
San Antonio, santo patrono de Portugal, nació en Lisboa entre 1191 y 1195 y murió en la ciudad italiana de Padua, a 13 de junio de 1231. También conocido como San Antonio de Padua, era un orador elocuente. A este franciscano se relaciona leyendas deliciosas y muchos milagros y es el protector de los prometidos, los pobres, las personas que desean encontrar objetos perdidos, y muchos otros.
El poema "O Passeio de Santo António ", del poeta portugués Augusto Gil (1873-1929), recitado por el padre del artista, cuando esta era sólo una niña, le sirvió de inspiración. Sabiendo que este santo sigue tan cerca del corazón de los portugueses, el autor pretende, con esta pieza, devolver la humanidad a este "buen fraile", representándole en escenas cotidianas que todos reconocemos.
Se trata de una pieza realizada a partir del molde original del artista Mane Pupo y reproducido a mano utilizando técnicas tradicionales de trabajo de cerámica.
El paseo de San Antonio
San Antonio había salido del convento,
Para dar su paseo habitual
Y para decorar, en un tono rezado y lento
Un cándido sermón sobre el pecado.
Caminando, caminando siempre, repetía
El sermón divino piadoso y blando,
Y no se dio cuenta de que la tarde se desvanecía,
Bajando la noche plácida ...
Y caminando, caminando, se encontró en una colina
Con árboles y casas dispersas
Que tal lejos estaba del monasterio
Una larga legua, de estirada.
Sorprendido por verse tan lejos,
Y débil por el largo recurrido,
Se sentó a descansar el buen monje,
Con la resignación de uno que es santo ...
Una luz de la luna clarísima nació.
En un rayo de esa hermosa claridad,
El niño Jesús vino del cielo,
Comenzó a jugar con la capucha del fraile.
Cerca de un canalón de agua murmurante
Uniendo su murmurio a lo de los pinos ...
Los ruiseñores se oían lejos.
La luz de la luna, más alta, era la que más iluminaba.
Cogidos del brazo, para la fuente, venía
Una pareja de prometidos felices.
Ella traía al hombro el cántaro,
Él traía... el corazón en el pecho.
No sospechaban que alguien les vía,
Intercambiaban besos en la tranquila luz de la luna.
El niño, sin embargo, escuchó y dijo:
- Oh Fray Antonio, ¿qué fue eso...?
El santo, levantando su manga de burel
Para cubrir los prometidos,
Mintió con una voz tan dulce como la miel;
- No sé lo que era. Aquí no he oído nada...
Una risa clara y sonora,
Vibró como monedas de oro en el camino.
- Oye, Fray Antonio? ¿Te has enterado ahora?
- Sí señor, lo escuché. Es un pajarito ...
- Tú no estás bien la cabeza ...
Un pajarito a cantar así!...
Y el pobre San Antonio de Lisboa
Se detuvo avergonzado, pero al final,
Rojo como las vestiduras de los cardenales,
Contestó de esta manera:
- Si el niño Jesús pregunta algo más…me quejaré a su madre, la Virgen María!
Volviendo su carita contra la luz
Y contra ese amor sin matrimonio
Le tomó en sus brazos y dijo:
- Jesús,
Es la hora…
Y volvieran al convento.
Augusto Gil